lunes, 28 de septiembre de 2015

Lo que he dejado por ti





Lo que he dejado por ti
Cuando era un poeta y a cada palabra
Consagraba mi vida,
Cuando era un poeta y nada, ninguna otra cosa,
Era medida para esta existencia.

Lo que he dejado por ti, aquello que nada retornara,
Ni la música que en vano pobló el tiempo,
Ni la lluvia que albergaba en la fresca noche
Nuestros cuerpos sujetos,
  Sombras amadas al nacer la aurora.

Lo que he dejado por ti, lo que mi boca no pronunciará,
Ni el recuerdo hará gala entre los hombres,
Trofeo que el orgullo no penetra ni luce su locura.
Lo que he dejado por ti.


Héctor Alvarez Castillo
Del libro. "La palabra es deseo, y otros poemas"
Editorial Victoria Ocampo 

viernes, 18 de septiembre de 2015

Memorias de la Guerra Guasú

Fragmento del poema 
épico y elegíaco,
inspirado en
la Gran Guerra
del Paraguay

Escrito por
Héctor Alvarez Castillo





III



Una historia cuenta el río,
La repiten las ramas
Cuando el viento habla,
El canto de los pájaros
Cuando la primavera
Retorna a los bosques.
La repiten
Las voces de los niños
Que no han visto
El rostro del padre,
Que ven
La madre
Llorar
En un rincón
De la casa.

Los vestigios de esta historia
Duermen en los libros,
Pero no hay memoria
Que todo lo sepa
Ni juicio
Que dé justo término
A esos destinos.
Vagan fantasmas
En la noche
Donde los halló
La muerte.


Siguen su triunfal procesión
La vanidad y el oro
Que enlutaron un continente,
La sabiduría
Y la compasión
Hacen la paz, no la guerra.

En Yataytí-Corá,
Usted, General,
Tuvo la oportunidad
De la clausura,
Pero decidió
Que el reguero
De sangre criolla,
De sangre americana,
No cesara su curso.
Usted consultó
Con el imperio aliado,
Y la voz del Imperio dictó
Que ese tronco joven
Se partiera en dos
Y que de su leña
Sólo restara ceniza,
Árbol fulminado por un rayo,
Madera de todo árbol talado.

Y en lo profundo de esas matanzas:
Todas banderas enlutadas,
Todas banderas en sangre.
No son felices los pueblos
En la fiesta de la Parca.
Los demonios de la naturaleza
Se asombran de nuestros actos,
Visitan los camposantos
Y sólo huelen ausencias.
Es el río
El que se lleva los cuerpos,
Son profundas fosas,
Gargantas enamoradas
Donde se entierran
Carnes ya sin alma,
De los de ellos,
De los nuestros.
Sangre que corre como río,
Río de sangre.


martes, 15 de septiembre de 2015

Hölderlin

Cuando digo tu nombre,
Señor de los ruiseñores
Y del bosque altivo,
Se aligera
El paso del hombre;
Eres inagotable esperanza,
Fuente de la vida.

Cuando digo tu nombre, mi bienamado poeta,
Mis palabras callan a la palabra,
Mi existencia se inflama ante la tuya;
Gracia que no proviene
De esta tierra ni de este cielo,
Hace gala de dones y de hermosura.

Señor de los ruiseñores
Y del bosque altivo,
Veneramos lo frágil
Si es duro el día,
Cuando digo tu nombre,
Mi bienamado poeta.



Héctor Alvarez Castillo
Palemo, junio de 1994