viernes, 31 de diciembre de 2010

Cuando nos alcance la felicidad


Cuando nos alcance la felicidad


Hay que estar preparado, entrenado día y noche, bien despierto de alma y corazón, para cuando llegue y nos alcance la felicidad.
Nos debe encontrar de la mejor forma, espléndidos, fuertes y rozagantes; ni débiles ni huraños. Aquellos malos días deben haber pasado.

Vendrá la felicidad y nos hallará jóvenes, pletóricos de ilusiones.
La felicidad será nuestra.

Llevo conmigo la imagen de la luna detrás de altas ramas que rodean el espejo de agua donde se reflejan tu figura y la mía.

Si preguntaras a esta hora –cuando cierro los ojos y sólo veo dentro de mí– de qué felicidad hablaba la otra tarde, te respondería que ninguna palabra viene a mi boca para confesarte lo que no sé, pero que al instante percibo en íntimo conocimiento.
No hay esmero que alcance este saber.
Lo que trasmite esa imagen es lo que tengo para darte, y ésa es mi felicidad. La tuya será otra imagen. La tuya tal vez tenga palabras.

Con los días muda la imagen. A veces estoy solo, otras acompañado. No siempre hay silencio, pero aunque no hable, ni murmure, en mi pensamiento fluye una música.

Cuando nos alcance la felicidad la luna estará en lo alto.

Sáenz Peña, abril de 2007/ Villa del Parque, enero 2010

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