Si al mirar hacia un pozo encendés un
candil y una luz muy alta ilumina hasta el último rincón de esa profundidad,
ese pozo, por más alejado que parezca tener el fondo, no esconde los misterios
de los que te hablo.
Debés hallar,
entre todos, aquél que no permita que la luz alcance su corazón, aquél donde se
derrama el sol y la oscuridad resiste hasta sumir al astro en algo propio, y
entonces emerge con su aliento sombrío.
Ése es el
pozo más hondo. Ése es el pozo donde reconocerás tu rostro.
Villa Urquiza, septiembre de 1999
Héctor Alvarez Castillo
Del libro: Naif. Del Juego a la Literatura.
Alvarez Castillo Editor, 2015
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