jueves, 7 de enero de 2010

El dolor


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El dolor


El dolor sigue, el dolor está dentro de uno
Por más que el bufón lo niegue, por más que diga
Que nos hemos privado de algo
Para que el dolor reine, por más que diga,
El dolor está dentro de uno.

En las últimas horas las cosas son más claras,
Hemos retirado los espejos y vemos más allá
/de nuestros labios.
En esta tarde y en esta noche que llega,
Cada cosa está despidiéndose,
Y lo mejor que puede sucedernos
Es no volver a saber nada acerca de lo ausente.
Pero hay veces en que las ideas vuelven
Y con las ideas se agita la carne,
Y no hay como detenerla, se va de uno
Lejos y errante.

Muchas palabras están escritas en este silencio
Y allá lejos esa torre no cesa de observarnos,
De todas partes llegan voces que entierran la nuestra.
Son voces venidas desde el foso, son gritos
Surgidos para espantarnos,
Pero nosotros no hacemos nada importante,
Nuestro cuerpo lleva nuestro cadáver
Y sólo esperamos la muerte
Mientras nada de valor sucede.

Pero queda un camino, del otro lado del foso,
Quizás más allá del faro, cerca pero lejos,
Un camino que no hemos recorrido ni ha hollado el bufón.
Entregaremos el conocimiento a nuestros hijos
Para que ellos lo continúen, porque aún cuando nadie
Descanse desnudo a nuestro lado
Y no reste un alma ni un cuerpo para poseer,
Y cada afecto perdido nos haya traído
Más vejez sobre la carne,
Cerraremos los ojos, veremos en tinieblas
Ese camino y un dolor muy fuerte nos quebrará el pecho.

Del poemario: El faro de la tempestad

miércoles, 6 de enero de 2010

Los grandes comienzos V


Los grandes comienzos V

Al menos me vienen a la memoria cinco comienzos narrativos privilegiados: el del cuento "El Aleph", del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), el de la novela "Cien años de soledad", del colombiano Gabriel García Márquez (1928), el de la nouvelle "El extranjero" del francés Albert Camus (1913-1960), el de la novela "El amante de Lady Chatterley" del inglés D. H. Lawrence (1885-1930) y el de la novela "Hambre" del noruego Knut Hamsun 1859-1952.
El tono y la contundencia, además del estilo del artista que se expresa con decisión, son algunas de las notas que a mí, personalmente, me seducen de estos textos. Inauguran un mundo sin contemplaciones.

Hambre, Knut Hamsun

"Era el tiempo en que yo vagaba, con el estómago vacío, por Cristianía, esa ciudad singular que nadie puede abandonar sin llevarse impresa su huella... Estoy acostado en mi buhardilla, no duermo; oigo sonar las seis en un reloj vecino. Hay mucha claridad y la gente comienza a moverse por la escalera. La pared de mi habitación, correspondiente a la puerta, está empapelada con números viejos del Morgenbladet. Puedo ver en ellos distintamente un «aviso» del director de Faros, y un poco a la izquierda, grande y ancho, un anuncio de pan fresco, de Fabian Olsen, panadero..."

martes, 5 de enero de 2010

Los grandes comienzos IV


Los grandes comienzos IV

Al menos me vienen a la memoria cinco comienzos narrativos privilegiados: el del cuento "El Aleph", del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), el de la novela "Cien años de soledad", del colombiano Gabriel García Márquez (1928), el de la nouvelle "El extranjero" del francés Albert Camus (1913-1960), el de la novela "El amante de Lady Chatterley" del inglés D. H. Lawrence (1885-1930) y el de la novela "Hambre" del noruego Knut Hamsun 1859-1952.
El tono y la contundencia, además del estilo del artista que se expresa con decisión, son algunas de las notas que a mí, personalmente, me seducen de estos textos. Inauguran un mundo sin contemplaciones.

El amante de Lady Chatterley, D. H. Lawrence

"Nuestra época es esencialmente trágica, y precisamente por eso nos negamos a tomarla trágicamente. El cataclismo ya ha ocurrido, nos encontramos entre ruinas, empezamos a construir nuevos y pequeños lugares en que vivir, comenzamos a tener nuevas y pequeñas esperanzas. No es un trabajo fácil. No tenemos ante nosotros un camino llano que conduzca al futuro. Pero rodeamos o superamos los obstáculos. Tenemos que vivir, por muchos que sean los cielos que hayan caído sobre nosotros."
"Más o menos ésa era la postura adoptada por Constance Chatterley. A causa de la guerra, se le había derrumbado encima la casa. Pero se daba cuenta de que es preciso vivir, vivir y aprender."
"Se casó con Clifford Chatterley en 1917, en ocasión de encontrarse éste en casa, con un mes de permiso. Su luna de miel duró un mes. Luego, Clifford volvió a Flandes, para ser devuelto de nuevo a Inglaterra, seis meses más tarde, casi totalmente destrozado. A la sazón, Constance, su esposa, tenía veintitrés años, y Clifford veintinueve."
"Clifford se agarró a la vida de una manera pasmosa. No murió y los destrozos en su cuerpo parecía que estuvieran en trance de remendarse. Dos años estuvo en manos de los médicos. Al fin dijeron que estaba curado y que podía reanudar la vida, con la mitad inferior de su cuerpo, de cintura abajo, paralizada sin posible remedio."

lunes, 4 de enero de 2010

Los grandes comienzos III


Los grandes comienzos II

Al menos me vienen a la memoria cinco comienzos narrativos privilegiados: el del cuento "El Aleph", del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), el de la novela "Cien años de soledad", del colombiano Gabriel García Márquez (1928), el de la nouvelle "El extranjero" del francés Albert Camus (1913-1960), el de la novela "El amante de Lady Chatterley" del inglés D. H. Lawrence (1885-1930) y el de la novela "Hambre" del noruego Knut Hamsun 1859-1952.
El tono y la contundencia, además del estilo del artista que se expresa con decisión, son algunas de las notas que a mí, personalmente, me seducen de estos textos. Inauguran un mundo sin contemplaciones.

El extranjero, Albert Camus

"Hoy ha muerto mamá. O quizás ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: "Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias." Pero no quiere decir nada. Quizás haya sido ayer.
"El asilo de ancianos está en Marengo, a ochenta kilómetros de Argel. Tomaré el autobús a las dos y llegaré por la tarde. De esa manera podré velarla, y regresaré mañana por la noche. Pedí dos días de licencia a mi patrón y no pudo negármelos ante una excusa semejante: "No es culpa mía."

Los grandes comienzos II


Los grandes comienzos II

Al menos me vienen a la memoria cinco comienzos narrativos privilegiados: el del cuento "El Aleph", del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), el de la novela "Cien años de soledad", del colombiano Gabriel García Márquez (1928), el de la nouvelle "El extranjero" del francés Albert Camus (1913-1960), el de la novela "El amante de Lady Chatterley" del inglés D. H. Lawrence (1885-1930) y el de la novela "Hambre" del noruego Knut Hamsun 1859-1952.
El tono y la contundencia, además del estilo del artista que se expresa con decisión, son algunas de las notas que a mí, personalmente, me seducen de estos textos. Inauguran un mundo sin contemplaciones.

Cien años de soledad, Gabriel García Márquez

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo."

Los grandes comienzos I


Los grandes comienzos I

Al menos me vienen a la memoria cinco comienzos narrativos privilegiados: el del cuento "El Aleph", del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), el de la novela "Cien años de soledad", del colombiano Gabriel García Márquez (1928), el de la nouvelle "El extranjero" del francés Albert Camus (1913-1960), el de la novela "El amante de Lady Chatterley" del inglés D. H. Lawrence (1885-1930) y el de la novela "Hambre" del noruego Knut Hamsun 1859-1952.
El tono y la contundencia, además del estilo del artista que se expresa con decisión, son algunas de las notas que a mí, personalmente, me seducen de estos textos. Inauguran un mundo sin contemplaciones.

Inicio de "El Aleph", Jorge Luis Borges

"La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad; alguna vez, lo sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta, yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación."

sábado, 2 de enero de 2010

Amatista (1981-1985), tres poemas


Hojas caídas

Como si hubiera sido otoño,
Veo las hojas caídas
Que ya no se alzarán.

1983

La esperanza y la noche

Ya nada queda de nosotros
En nosotros,
La noche trajo la esperanza
Y con la esperanza se fue la noche.

1982

Los besos

Tu voz será tu cuerpo,
Tu esperanza, las estrellas,

Y de cada nombre y cada lluvia rota,
Y labios partidos y flores que nadie deshoja,

Quedará más de la historia que en la misma historia,
Quedará más del cielo en los pájaros que en el vuelo,
Quedará más de los hombres que en el silencio y el miedo.

Y al miedo lo incendiará al fuego,
Y al silencio se lo llevará el viento

Y a los besos, tan sólo los besos
Serán su recuerdo.

1982