sábado, 2 de marzo de 2013

Otros nombres en la colina


El goteo incesante de almas.
Cuatro troncos de árboles vivos, mojados con violencia, se alzan a metros de donde estoy. La lluvia se derrama excesiva.
            Un rumor no cesa alrededor. El cachorro está a mi lado. Respira con pausas y luego bosteza.
            No se detiene, la fuga de almas no se detiene.
            Macetas inundadas ahogan plantas a su guarda. Y sube el color intenso de la cerámica hasta un marrón naranja encendido.

            Esa mujer que vi, destinada a caminos que no descifraré ni conozco, me comunicó sobre los árboles y sobre el agua un saber que no tenía.

            Una mano delicada, a trazos de artista, borra en nuestro descuido y silencio las formas de los otros. Un día nuestro contorno también es suprimido.




Villa Devoto, noviembre de 2009

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