miércoles, 2 de mayo de 2012

Sobre Buenos Aires, Capital del Libro

Escribe:

Héctor Alvarez Castillo



"Un libro, cualquier libro, es para nosotros un objeto sagrado”

Del culto de los libros, Jorge Luis Borges


Percibo que nuestra sociedad se ha ido acostumbrando a celebraciones que tienen más de pompa y circunstancia, que de sincero y genuino homenaje a lo que se figura motivo de la cita. Esto se debe a que los oficiantes de lo público proyectan, desde los organismos del estado, distintas estrategias hacia un fenómeno que les resulta ajeno. Lo que se produce llega como gesto de disculpa social o de una reparación pasajera, más que como acto emanado de una generosa política cultural.

Al Libro, símbolo y sostén del conocimiento, lo vinculamos, por instinto, a la Literatura, más allá de que sea vehículo de todo lo que concierne al ser humano. Y cuando surgen esos enunciados grandilocuentes de “Capital Mundial”, a nuestro convidado le aparecen acompañantes y festejos, que intentan despertar en los ciudadanos una atención adormecida o inexistente. Se habla de escritores, de títulos de obras, se citan versos, párrafos. Pero al Libro: ¿esto le sirve de algo, tiene alguna relación con él, o sólo es propaganda para unos y beneficio material para otros?

Buenos Aires desde las páginas de más de una obra literaria, así como sus calles, sus bares, los seres que viven y han vivido en ella, goza y comparte otro origen y naturaleza. Ese ruido de eventos e inauguraciones, nacidos de una concepción fashion y publicitaria, no rozan al libro ni a su creación y su lectura. Juvenilia de Miguel Cané, La gran aldea de Lucio López, Misteriosa Buenos Aires de Mujica Lainez, los cuentos de Cortázar, los poemas de Borges, saben de lo que hablo. Cuando el 2011 concluya nada se habrá agregado a lo que era del libro en esta ciudad, salvo por la obra y el apego de aquellos porteños que, constantemente, frecuentan ese objeto sagrado, fuera de la atención de los calendarios.

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