miércoles, 14 de octubre de 2015

Línea de fuego

Héctor Alvarez Castillo 


  Estoy escribiendo un cuento donde un personaje inquiere a la persona, con la que vive hace años, en qué lo afectaría si él se suicida. Y ella, luego de un breve silencio, le responde:

   -      Si te suicidás, ¿qué importa lo que a mí me afecte?

   Entonces mi personaje principal duda entre salir a la calle o servirse otra taza de café.





  Sáenz Peña, 14 de octubre de 2015

  Del libro: El límite del sentido

lunes, 28 de septiembre de 2015

Lo que he dejado por ti





Lo que he dejado por ti
Cuando era un poeta y a cada palabra
Consagraba mi vida,
Cuando era un poeta y nada, ninguna otra cosa,
Era medida para esta existencia.

Lo que he dejado por ti, aquello que nada retornara,
Ni la música que en vano pobló el tiempo,
Ni la lluvia que albergaba en la fresca noche
Nuestros cuerpos sujetos,
  Sombras amadas al nacer la aurora.

Lo que he dejado por ti, lo que mi boca no pronunciará,
Ni el recuerdo hará gala entre los hombres,
Trofeo que el orgullo no penetra ni luce su locura.
Lo que he dejado por ti.


Héctor Alvarez Castillo
Del libro. "La palabra es deseo, y otros poemas"
Editorial Victoria Ocampo 

viernes, 18 de septiembre de 2015

Memorias de la Guerra Guasú

Fragmento del poema 
épico y elegíaco,
inspirado en
la Gran Guerra
del Paraguay

Escrito por
Héctor Alvarez Castillo





III



Una historia cuenta el río,
La repiten las ramas
Cuando el viento habla,
El canto de los pájaros
Cuando la primavera
Retorna a los bosques.
La repiten
Las voces de los niños
Que no han visto
El rostro del padre,
Que ven
La madre
Llorar
En un rincón
De la casa.

Los vestigios de esta historia
Duermen en los libros,
Pero no hay memoria
Que todo lo sepa
Ni juicio
Que dé justo término
A esos destinos.
Vagan fantasmas
En la noche
Donde los halló
La muerte.


Siguen su triunfal procesión
La vanidad y el oro
Que enlutaron un continente,
La sabiduría
Y la compasión
Hacen la paz, no la guerra.

En Yataytí-Corá,
Usted, General,
Tuvo la oportunidad
De la clausura,
Pero decidió
Que el reguero
De sangre criolla,
De sangre americana,
No cesara su curso.
Usted consultó
Con el imperio aliado,
Y la voz del Imperio dictó
Que ese tronco joven
Se partiera en dos
Y que de su leña
Sólo restara ceniza,
Árbol fulminado por un rayo,
Madera de todo árbol talado.

Y en lo profundo de esas matanzas:
Todas banderas enlutadas,
Todas banderas en sangre.
No son felices los pueblos
En la fiesta de la Parca.
Los demonios de la naturaleza
Se asombran de nuestros actos,
Visitan los camposantos
Y sólo huelen ausencias.
Es el río
El que se lleva los cuerpos,
Son profundas fosas,
Gargantas enamoradas
Donde se entierran
Carnes ya sin alma,
De los de ellos,
De los nuestros.
Sangre que corre como río,
Río de sangre.


martes, 15 de septiembre de 2015

Hölderlin

Cuando digo tu nombre,
Señor de los ruiseñores
Y del bosque altivo,
Se aligera
El paso del hombre;
Eres inagotable esperanza,
Fuente de la vida.

Cuando digo tu nombre, mi bienamado poeta,
Mis palabras callan a la palabra,
Mi existencia se inflama ante la tuya;
Gracia que no proviene
De esta tierra ni de este cielo,
Hace gala de dones y de hermosura.

Señor de los ruiseñores
Y del bosque altivo,
Veneramos lo frágil
Si es duro el día,
Cuando digo tu nombre,
Mi bienamado poeta.



Héctor Alvarez Castillo
Palemo, junio de 1994



viernes, 28 de agosto de 2015

Cortázar y el jazz

“Si no se puede decir, hay que tratar de inventarle su palabra, puesto que en la insistencia se va cerniendo la forma y desde los agujeros se va tejiendo la red…”



Julio Cortázar: La vuelta al día en ochenta mundos.




Escribe: Héctor Alvarez Castillo



Reflexiono acerca de lo que nos atrae –a veces candorosamente– de Julio Cortázar, y en esta línea de pensamiento entiendo que es pertinente la recurrencia al jazz, sea como influencia o ámbito de comunión. Hay una anécdota de cómo llega la música a la vida de Cortázar y se transforma en una amiga inseparable. En su infancia, el niño que se abstraía del mundo que lo rodeaba gracias a lecturas que iban desde Poe a Julio Verne, padece un surmenage. El médico que lo atiende recomienda otras actividades, entre ellas la bicicleta que también alentaría su imaginación. Allí harán su aparición triunfante el boxeo y la música, como recreos a esa intelectualidad desmesurada. Y el jazz será la música privilegiada. Las fotos caseras con la trompeta entre las manos y la embocadura apoyada en los labios a nuestros ojos hoy son tan naturales como aquellas en que lo vemos junto a sus libros. 

La presencia de la música en su vida fue una consorte cómplice en la gestación de la originalidad que lo instaló como uno de los principales innovadores para las letras hispanas del siglo XX. Sus cuentos –de una estructura más compleja que los de Borges, al tiempo que de un corte clásico– ya lo hacían merecedor de un sitio de preeminencia entre sus contemporáneos. Pero en los escritos de Cortázar hay una característica lúdica que en ocasiones tiene la impronta y la frescura propias de aquello que se hace en una reunión entre amigos, donde reina la confianza y la intimidad –Recordemos que sobre él mismo había afirmado que papaba moscas–.El autor de ficciones como “Instrucciones para subir una escalera” y “Continuidad de los parques” –incluso cuando exhibe esa maestría donde cada palabra cae con gracia en el sitio en el que parece que siempre estuvo– en ocasiones nos da la sensación de estar improvisando, jugando, divirtiéndose con esa textura de palabras y sonidos, mientras alcanza puntos altos en su arte. Este don siempre animó su creatividad.

En tono con estas especulaciones, me animo a emparentar las improvisaciones jazzísticas con el espíritu de juego y de apertura presente en la obra de Cortázar. Pienso en las obras que edita desde 1959 a 1968, entre las que están Las armas secretas, 62/Modelo para armar e Historias de cronopios y de famas, y en el logro cumbre de este proceso: Rayuela. La atención está puesta en las asimetrías por encima de las simetrías, como una vía hacia la libertad y una existencia auténtica. Existe un hurgar en la realidad, modos propios de acercarse a ella y de recrearla en el intento de atrapar al menos alguna fracción de lo inefable y del sentido de lo inefable. El juego del ser y el devenir.

En los días inmediatos a la muerte de Charlie Parker, Julio Cortázar comienza la escritura de la obra que ningún amante del jazz dejará de leer: El perseguidor. Este cuento con aires denouvelle anuncia un viraje en su creación. Él mismo nos confiesa que al enterarse del fallecimiento del saxofonista decide iniciar inmediatamente esa narración en la que ya estaba meditando. Cortázar encuentra la estructura apropiada en la voz de Bruno, un periodista que siente devoción hacia ese alter ego de Parker y relata en primera persona las instancias que conducirán al desenlace de Johnny Carter. Por su testimonio nos enteramos de distintas peripecias en la vida de ese músico extraordinario, obsesionado por el tiempo y adicto a la droga y al alcohol.En palabras de Johnny: “–El compañero Bruno es fiel como el mal aliento.”


La lectura adolescente de El perseguidor es una revelación difícilmente igualable. El jazz y la literatura habitan ese texto entrañablemente unidos. Parafraseando a Cortázar o a su Johnny Carter, me atrevo a escribir: “Lectores, el jazz no es solamente música, la literatura no es solamente palabras, yo no soy solamente Johnny Carter.”El jazz le permitió a Cortázar una comunión con los otros en parte sólo posible a través de la vivencia compartida en la música. Quizá algo de verdad haya en esas palabras de Bruno: “(…) presentando a Johnny como lo que era en el fondo: un pobre diablo de inteligencia apenas mediocre, dotado como tanto músico, tanto ajedrecista y tanto poeta del don de crear cosas estupendas sin tener la menor conciencia (a lo sumo un orgullo de boxeador que se sabe fuerte) de las dimensiones de su obra.”



domingo, 19 de julio de 2015

Cerebro mágico

Un poema
de Daniel Quintero









Cerebro Mágico
a Joaquín, mi viejo



William Shakespeare
cuyo padre, como el mío, era carnicero,
posiblemente haya recibido poesía
en esas mañanas de picardía y quejas
cuando las vecinas esperaban su turno
y entre carnes de estofado y trozos para guisar
el pequeño Guillermo construía sus letras.
El padre de Shakespeare
nunca supo que marcaba su oficio,
así llegaban a él resoluciones literarias
por trozos de carne cortada
por un cuchillo en prosa,
pulpas y huesos para un caldo desde donde
salían los vapores que después fueron sonetos.

Así entre tanta res despostada
Shakespeare iba dándole sentido moderno
a los mitos griegos.


Mi infancia fue algo más cómoda,
por esos tiempos, y entre otras cosas,
los mitos estaban resueltos,
ya existía el psicoanálisis,
las vecinas eran más factibles,
había luz eléctrica y baterías
que en el juego del Cerebro Mágico
encendía una lámpara cuando se preguntaba...
el padre de qué gran dramaturgo inglés era carnicero?

Así llegaron a mí
entre churrascos y carne de poesía picada
versos coloridos de sangre,
cuentos, quejas y murmullos
en la melancolía y al amparo
de una diminuta luz de este juego
que acierta, da conmigo,
responde William Shakespeare
y sin saberlo, como su padre/como el mío/
marcan este oficio.

(Del libro de poesía: MalhojaColección el rey tuerto; Ediciones Parque Chas.)

domingo, 28 de junio de 2015

De profundis

Si al mirar hacia un pozo encendés un candil y una luz muy alta ilumina hasta el último rincón de esa profundidad, ese pozo, por más alejado que parezca tener el fondo, no esconde los misterios de los que te hablo.

         Debés hallar, entre todos, aquél que no permita que la luz alcance su corazón, aquél donde se derrama el sol y la oscuridad resiste hasta sumir al astro en algo propio, y entonces emerge con su aliento sombrío.
         Ése es el pozo más hondo. Ése es el pozo donde reconocerás tu rostro.



Villa Urquiza, septiembre de 1999
Héctor Alvarez Castillo
Del libro: Naif. Del Juego a la Literatura.
Alvarez Castillo Editor, 2015